miércoles, 2 de diciembre de 2015

Viva México (II)

Los Jardines de Xochimilco



Conocidos en náhuatl, lengua de los aztecas como "seto vivo de cañas" Xochimilco fue en siglos pasados una aldea a orillas del lago, unida a Tenochtitlan por una pasarela.

Hoy es el único sitio de Ciudad de México que conserva los canales y jardines semiflotantes, o chinampas, construidos por los aztecas. Hechas originalmente sobre una base de raíces de plantas acuáticas que luego se cubrían con tierra, las chinampas surten, todavía hoy, de flores y hortalizas a la capital.


Un pasatiempo habitual de fin de semana, tanto para turistas como para chilangos es alquilar una de las trajineras atestadas de flores que el barquero, con una pértiga, va deslizando por el canal a la sombra de los sauces; los mariachis ponen la música, y en barcas mas pequeñas se venden antojitos y artesanías típicas.

Para llegar hasta él, basta con tomar el metro hasta la parada Embarcadero. Indispensable.
Museo Nacional de Antropología de México
Inaugurado en 1964 según los planos de Pedro Ramírez Vázquez, el enorme Museo Nacional de Antropología es un marco muy apropiado para una colección de hallazgos precolombinos que goza de fama mundial. Lo más que me impresionó de la estructura fue el enorme patio central, que se halla casi enteramente cubierto por un techo de aluminio de 84 metros de largo sostenido por una columna de 11 metros; se cree que ésta es la mayor estructura de hormigón del mundo apoyada en una sola columna.


Dentro, muchas son las joyas que custodia, pero si tengo que destacar mis favoritas, por supuesto que empezaría por la Piedra del Sol, erróneamente llamada Calendario Maya, la reconstrucción del Templo de Quetzalcoatl y la tumba de Pakal en Palenque, aparte de los monolitos de los Atlantes de Tula y los jardines con estelas semicubiertas por árboles.





Eso si, es un lugar en el que hay que pasar un día completo, y no unas pocas horas...
Palacio Nacional, México D.F.
El Palacio Nacional, residencia actual del presidente de la República se alza sobre el solar del Palacio del emperador Moctezuma, donde se instaló Hernán Cortés tras la conquista del Imperio. Se trata de un enorme edificio que se hizo para demostrar la riqueza de la ciudad e impresionar a los visitantes.



Pero lo que realmente destaca se encuentra dentro, los murales que Diego Rivera pintó entre 1929 y 1935 al calor de la Revolución. Si nos detenemos delante de cada uno de ellos, por ejemplo delante de " La Historia de México", vemos una visión partidista, entendida como la lucha entre los buenos ( pueblos precolombinos, caudillos independentistas y revolucionarios) y malos ( colonialistas, conservadores y capitalistas).


En el mural aparecen políticos como Porfirio y Madero, la Malinche, la Inquisición, Zapata tras su cartel de Tierra y Libertad, Juárez, Hidalgo y Cuauhtémoc, entre otros. Esto sería el mural central. A los lados tendríamos los murales de los Aztecas y Tlaxcaltecas, los tarascos y sobre todo el mural de Tenochtitlan, el que más suele impresiona por la recreación de como era la capital azteca.
Lo mejor es ir con tiempo, o pedir a nuestro guía que nos deje deambular delante de estas obras de arte un poco más de tiempo del establecido para poder apreciar todos y cada uno de los detalles.
Catedral de Ciudad de México


La Iglesia Catedral de la Ciudad de México, el mayor templo de Latinoamericano, es también el corazón de la diócesis más populosa del mundo. Con una torres que se alzan 67 metros sobre el Zócalo, en su construcción se invirtieron casi tres siglos, desde 1525 hasta 1813.


Ese lapso tan extraordinariamente largo se refleja en las muchos estilos de su arquitectura y en la decoración interior, que abarca desde el clasicismo hasta el neoclasicismo, pasando por el barroco y el churrigueresco.


Los cinco altares principales y las capillas contienen un valioso muestrario de pinturas y esculturas.

Es impresionante dtenerse y pensar que bajo ella, estuvo el lago Texcoco y a su alrededor las grandes construcciones aztecas, como el Gran Templo que está a su lado. Si nos fijamos, el péndulo de la foto indica el grado de inclinación, cada vez más pronunciado del suelo, ya que los cimientos se hunden en el suelo arcilloso del antiguo lago...
                                                    

                                                                  Teotihuacan
Tehotihuacan, en náhuatl es " El lugar donde los hombres se convierten en dioses", y es una de las ciudades más impresionantes del mundo antiguo. Fundada antes de la era cristiana, esta colosal urbe llegó a tener 125.000 habitantes, que ocupan más de 20km². De dominar la vida en la región durante 500 años acabó destruida, quizá por sus propios habitantes y abandonada en torno al 650 d.C.





Los aztecas tuvieron por sagrado el lugar, que creían obra del gigantes.













El recinto ceremonial, con sus templos, palacios y pirámides da fe del esplendor de la ciudad, pero ha revelado poco de sus moradores, cuyo origen, modo de vida y desaparición siguen envueltos en misterio. 

Los Voladores de Papantla
Justo en la entrada al Parque Arqueológico de Tajín aparece un poste. De repente, al congregarse varios grupos de visitantes, aparecen cinco hombres vestidos de rojo y blanco, con unos delantales de terciopelo bordados y unos sombreros en forma de capirote, forrados de flores y espejos. Uno de ellos lleva un tambor y una flauta que hace sonar, cada uno con una mano. Giran alrededor de la base del poste y de repente todos, menos el músico empiezan a subir por el poste. Luego el músico hace lo mismo mientras los demás ocupan su sitio, en cada punto cardinal y se atan las piernas.


Cuando el tocador llega a la cúspide se sienta en el medio y el poste empieza a girar mientras toca una música repetitiva que favorece el trance de Voladores y espectadores.
Desde el poste, de 30 metros de altura se van descolgando los cuatro hombres, simbolizando la caída de la lluvia, y giran lentamente, mientras se van acercando al suelo. Cada volador rodea el poste 13 veces antes de llegar al suelo, describiendo un total de 52 giros que simbolizan los 52 años del calendario mesoamericano. El poste representa la conexión entre la Tierra, los Cielos y el Infinito. Si los espectadores aplauden, alguno de los voladores dobla las piernas y se toca los pies con las manos, siendo esta una maniobra muy difícil que solo puede durar unos segundos.


No puede uno menos que mantener el silencio ante los movimientos hipnotizantes de los Voladores y acordarse de cerrar la boca de sorpresa de ven en cuando...
Tajín y su Pirámide de los Nichos
Cuando visité México y decidí hacer una extensión a Veracruz, Tajín fue uno de los lugares que debían convertirse en una de mis favoritos antes y después del viaje.
Llegamos muy temprano por la mañana y apenas había visitantes, aparte de una familia y nosotros. El guía nos explico un poco sobre el lugar y sus restos.




Nos cuenta que la mayoría de los edificios fueron edificados entre los años 900 y 1150 y convirtieron la ciudad en un centro político y religioso de primer orden dentro de la civilización totonaca. Nos acerca a ellos y nos demuestra que aunque de lejos parecen hechos de pura piedra, gris y fría, una segunda mirada nos enseña parte de su colorido primitivo, unos azules, rojos y negros.



Recorremos el apenas km² que ha sido excavado, y con los brazos abiertos del todo, nos intenta dar a entender que aún quedan 9km² de maravillas escondidas bajo la tierra.
Mientras salen a la superficie descubramos las que ya han surgido, como la fabulosa Pirámide de los Nichos, con 365 huecos, uno por cada día del año, la Plaza del Arroyo, con una pirámide por cada punto cardinal o el Juego de Pelota sur, todo fascinante, aunque lo más enigmático sea la Pirámide de los Nichos.



Algunos investigadores sostienen la hipótesis de que en las noches se colocaban velas en los nichos que servían como un gran calendario, de ser cierto esto el espectáculo de iluminación debió haber sido maravilloso, aunque no se si esto es un poco poético más que real.









De cualquier manera uno sale del Sitio pensando en cómo las culturas prehispánicas tenían tanto conocimiento astronómico y matemático.
Solo baste recordar que ellos inventaron el 0...

                                     
Puebla, brillante como sus azulejos.
Cuarta ciudad en importancia del país, primer asentamiento mexicano que los españoles fundaron con cuadrícula (exportando la planta de la Ciudad de San Cristobal de la La Laguna en Tenerife), ciudad universitaria, amante y conservadora de su riquísimo patrimonio arquitectónico colonial, productora de una de las cerámicas vidriadas más finas y famosas del mundo, cuna del mole poblano, plato nacional y escenario de una de las batallas cruciales de la Independencia Mexicana. Todo eso y mucho más es Puebla.









Es todo un placer pasear por las calles del apiñado centro histórico, bordeadas de iglesias y edificios perfectamente reformados y conservados. Hay que acercarse hasta la Catedral, segunda en tamaño del país, y admirar el Ciprés, espectacular altar barroco que parece no querer dejar libre ni un centímetro del altar mayor; sorprenderse con la belleza de la Casa del Alfeñique, la Casa de las Bóvedas, la Iglesia de Santa Clara o la de la Compañía...




La lista es interminable, así que recomiendo no seguir un itinerario prefijado, sino dejarse llevar de maravilla en maravilla. Puebla está envuelta en hermosura.


En Puebla decidimos ir a comer a un lugar muy especial, La Casa de los Muñecos.
En un precioso edificio del siglo XVIII, adornado con figuras mitológicas alusivas a los triunfos de Hércules ( aunque la leyenda dice que son una burla danzarina de los dirigentes de la ciudad, que intentaron impedir la construcción del edificio), encontramos este acogedor y luminoso restaurante que aparece en las mejores guías gastronómicas de México.
Tocó visitarlo el día de la celebración de la Independencia, por lo que estaba lleno a rebosar de visitantes que querían disfrutar de las exquisiteces de la cocina poblana. Aún así decidimos esperar a una mesa libre y unirnos a la fiesta del paladar.




Evidentemente las estrellas del menú son el Mole Poblano y el Chile en Nogada. El primero es un laborioso plato a base de pavo o pollo, bañado en salsa preparada con cacao o chocolate de tableta sin o con muy poco azúcar, chiles anchos, chiles mulatos, chiles pasilla, chipotle, jitomates, almendras, plátano, nueces, pasas, ajonjolí, clavo, canela, perejil, pimienta, cebolla, ajo y tortillas. El resultado es una fiesta para los sentidos.
El Chile en Nogada consiste en un pimiento relleno de un guiso de carne de cerdo o res, mezclado con pasas, almendras y fruta, que se sirve bañado en una salsa de nuez y adornado con granada y perejil. El resultado son los colores verde, blanco y rojo como la bandera mexicana y un delicioso plato con el que disfrutar aún más nuestra estancia en Puebla.

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