miércoles, 6 de enero de 2016

Viena Imperial (VI)

Iglesia de San Carlos Borromeo
Durante la epidemia de peste de 1713, el emperador Carlos VI prometió, que tan pronto como la ciudad se viera libre de la plaga, levantaría un templo dedicado a Carlos Borromeo, antiguo arzobispo de la ciudad y patrono de la lucha contra esta enfermedad.
El resultado fue una mezcla de estilos que van desde el pórtico y la cúpula de inspiración griega y romana, a las torres y los pabellones laterales que parecen transportarnos a los minaretes de Arabia y a la antigua China.


La construcción duró 25 años, y representa no sólo la ofrenda de un emperador a su santo, sino que la iglesia misma nos recuerda los sufrimientos del pueblo vienés durante la plaga, como podemos ver en el frontón coronado por la figura de San Carlos.
Las dos torres tienen en su interior dos escaleras que permitían en un principio llegar hasta su cúspide, pero ahora están cerradas, y por fuera, a imagen y semejanza de la columna de Trajano, están cubiertas por un rollo que representa la vida del santo: su constancia a la izquierda y su valor a la derecha.
Palacio Belvedere


La verdad es que el Bajo Belvedere no parece un palacio, o por lo menos no en su interior. Si, la entrada es muy "real", pero dentro se ha eliminado cualquier resto de adorno barroco si exceptuamos el esplendor de la Sala de los Espejos, la de los Grotescos. o la Galería de Mármol que representaron un fascinante panorama del arte en la vida y el diseño del Barroco. Este palacio, y la Orangerie alojan imponentes exhibiciones especiales, como la que visitamos, una maravillosa muestra del trabajo conjunto del arquitecto, interiorista y diseñador Hoffman y del increíble Klimt. No puede dejar de verse.
Salimos al nevado jardín y subimos una pequeña cuesta que nos lleva, atravesando un espacio de fuentes congeladas, esculturas clásicas y setos hasta el Belvedere superior, escoltado por enormes esfinges.


El jardín se construyó en tres niveles, que simbolizan de abajo a arriba los cuatro elementos, el Parnaso y el Olimpo.
El Alto Belvedere alberga la excepcional colección de arte austriaca que abarca desde la Edad Media hasta el presente. El corazón de la muestra de "Arte hacia 1900" lo constituye la mayor colección de Gustav Klimt del mundo. Las obras cumbre son los cuadros dorados " El Beso " y " Judith I ", así como trabajos maestros de Schiele y Kokoscha.


 Prominentes trabajos del Impresionismo francés y la más destacada colección de Biedermeier, completan un espacio en el que podemos pasar horas enteras disfrutando de la pintura moderna, sobre todo del espacio hipnótico de Klimt.
La joya que guarda otras joyas




La Prunksaal, mandada a construir por Carlos VI entre 1723 y 1726, ocupa todo el frente de la plaza Josefsplatz y tiene 77,7 metros de largo, 14,2 de ancho y una altura de 19,6. Los frescos del ala de la entrada representan temas profanos y bélicos, mientras que en el ala de la Paz, que llega hasta el Palacio Imperial, donde estaba inicialmente la entrada para el Emperador y la Corte, hay representaciones alegóricas del cielo y de la paz. El fresco de la cúpula de casi 30 metros de altura representa la apoteosis de Carlos VI, con una alegoría sobre la edificación de la biblioteca.




También una estatua de Carlos, como Hercules Musarum, preside el espacio bajo la cúpula, rodeado por cuatro globos terráqueos barrocos. Junto con otras estatuas de mármol de los hermanos Strudel y las magníficas librerías de nogal, representan una auténtica biblioteca universal barroca del siglo XVIII.





La biblioteca cuenta hoy en día con 200.000 libros de 1501 a 1850 y un total de 8 millones de libros y objetos coleccionados.





La luz que entraba por las ventanas reflejaba los tesoros almacenados en la sala, el olor a venerabilidad y sabiduría lo inundaba todo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario