viernes, 6 de septiembre de 2013

Versalles (II)

 El Rey Sol veía desde su trono a París como una ciudad en la que el bullicio y el ruido crecían de forma imparable. En un deseo por escapar de esa capital ensordecedora, Luis XIV propuso la determinación de un espacio verde de dimensiones faraónicas en donde el orden y el buen gusto dejaran patente el poder de la élite aristocrática, al tiempo que la dedicaban a ésta un número asombroso de hectáreas para su completo deleite.



Fuente Latona. Está inspirada en la leyenda de la madre de Apolo y Diana protegiendo a sus hijos. La fuente está formada por cuatro tazas escalonadas y coronado por una estatua de la diosa Latona.


El retiro ansiado supeditó a la corte al traslado de sus dependencias a unos 24 Km. de la ciudad parisina. La aristocracia y su plantilla de sirvientes tuvo pues que trasladarse al completo a un lugar lo suficientemente amplio como para albergar en sus dominios todos los elementos constructivos necesarios para llevar una vida cómoda, pero también para poder poner en práctica el paisajismo desbordado que arropa y guarda a todo el conjunto arquitectónico con su flora y sus elementos decorativos en mármol, madera, bronce y piedra.

 
La intención primera con la que se concibió Versalles dista mucho de la que quedó recogida en los anales de la historia. El sosiego que imploraba el rey dio paso a una de las épocas más desenfrenadas que ha vivido la corte francesa. Son abundantes los episodios de decadencia moral ocultos tras las copas de los árboles de estos sobresalientes jardines. No obstante, los excesos palaciegos cometidos entre la belleza vegetal de Versalles, le conceden a ésta extensión un toque de interés.

 Fuente de Apolo.
Un Apolo dorado, montado en su cuadriga es la imagen más representativa del reinado de Luis XIV y de Versalles. Situado en el centro de los jardines, este grandísimo estanque ejerce de punto neurálgico en el universo versallesco y representa el poder del rey.

Todos los que visitan estos jardines regresan habiendo contemplado un espectáculo plagado de belleza en el que merece la pena perderse por su increíble suntuosidad y armonía creativa. Además, de cara al turismo, se celebran eventos nocturnos de fuegos artificiales y juegos de luces. Se dice que, en su época de mayor esplendor, los jardines de Versalles se repartían por 8.000 hectáreas guardadas por un muro de 43 Km. Hoy se trata de un espacio vegetal de unas 100 hectáreas.

Grand Trianon.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979, es un edificio construido en el recinto del palacio de Versalles. De estilo clásico francés, con los muros revestidos de piedra dorada y columnas de mármol rosa y decorada con mármol de Carrara. Actualmente es utilizado para las recepciones oficiales de la República.






 Petit Trianon



 Se dice que en esta gruta del Jardín Frances encontraron a la Reina y sus damas escondidas de las muchedumbres revolucionarias.





 Llegamos a La Aldea de la Reina. Esta aldea inspirada en los caseríos de Normandía, fue creada entre 1783 y 1785.La moda imponía estos “regresos a la naturaleza” y la reina se sometió a ella.
Comprendía doce casas.



 El rey Luis XVI que había hecho como regalo a su esposa María Antonieta la construcción de un pequeño palacio junto al Gran Trianón, pedirá a su arquitecto, Richard Mique, que trace un jardín de estilo inglés minuciosamente adornado entre el Mirador, el Templo del Amor y el Teatro.
 El arquitecto será también responsable, a partir de 1783, de la construcción de la Aldea , situada al norte del Jardín, sobre terrenos concedidos por Luis XVI. En la actualidad hoy subsisten doce casitas dispuestas en torno a un lago artificial. El conjunto forma un pequeño pueblo, como si se tratase del decorado de una opereta. La soberana designó a un agricultor para la producción, con lo que se abastecían modestamente las cocinas del Castillo.


 La casa de la Reina , que se encuentra a la derecha, es la más importante de la Aldea. Incluye dos edificios distintos conectados por una galería en madera. Este paso se decora con tiestos de flores que  llevan el monograma grabado de María Antonieta. La Reina podía supervisar los trabajos del campo, desde lo alto de su habitación. Este edificio consta, en la planta baja, de un comedor y un salón de Juegos, y en el primer piso alberga un gran Gabinete, un pequeño Salón, un Gabinete chino y la Casa del Billar. El resto de la Aldea está formado por el Molino de Agua, un horno, el Gabinete de la Señora , el Palomar, la Casa del Guardia y el Granero. Este último, que podía servir de sala de Baile, no existe en la actualidad.




Y nos vamos despidiendo de Versalles...Estanque del Dragón:

 Y estanque de Neptuno....


 Adieu Versailles!!!!

jueves, 5 de septiembre de 2013

Versalles (I)


Después de levantarnos con las gallinas y desayunar opíparamente, emprendimos la marcha. Unos cuantos cambios de metro y a la estación de tren. La linea C es la que nos lleva a Versalles, pero hay que tener cuidado porque una parada está a 700 mt del chateau y la otra a 1.3 kms. Afortunadamente y sabiéndolo antes cogimos la adecuada y en 40 min estábamos en Versalles.

Versalles es una ciudad burguesa de unos 85.000 habitantes donde se encuentra el palacio más famoso y grandioso de toda Francia.
Lo primero que hicimos fue comprar la Museum Pass, otro chollo para turistas porque te permite entrar al 95% de las atracciones de París si hacer cola ni sacar la cartera a cada momento. Se adquiere en cualquier oficina de turismo o en los mismos monumentos. Para 4 días costó 46 € pero les aseguro que se amortiza. Ya sólo Versalles cuesta 10 €.

 A continuación nos dirigimos al Palacio. Mientras llegamos cuento un poco la historia.
Allá por 1623, el monarca Luis XIII mandó construir un pabellón de caza ubicado en un coto, en el cual el monarca y los nobles pasaban sus ratos de ocio. El lugar gustó tanto al rey que mandó que fuese ampliado, construyendo lo que se conoce como "el antiguo palacio".

 
El Palacio de Versalles se construyó a mediados del s. XVIII, para albergar a los 6.000 miembros de la corte de Luis XIV, conocido como El Rey Sol.
 Versalles fue hasta finales de año el lugar de exposición de obras de nuevos artistas franceses. Las obras estaban por todo el Palacio y Jardines.
  
La gran reja dorada de acceso al Palacio. Aquí no pude dejar de imaginarme al pueblo pidiendo la cabeza de los Reyes...


 Un consejo para disfrutar más la visita: podemos hacernos con una audioguía ( de pago con la Museum Pass pero incluida en la entrada que se adquiere normalmente) y unos pequeños folletos con planos que se recogen antes de empezar la visita, una vez hemos accedido a palacio y que son gratuitos. Éstos nos harán más fácil y ameno el recorrido, aparte de aportarnos muchos detalles que pasarían desapercibidos e información histórica de los habitantes de palacio y su vida y anécdotas en cada estancia por la que pasaremos.


Luis XIV (el Rey Sol) lo amplió y embelleció (1668 a 1670) con amplias fachadas de piedra blanca y la terraza central. Fue él quien mandó levantar los apartamentos del Rey y de la Reina y la Galería de los Espejos.


Estas obras maestras plasman la grandeza y la gloria del rey en ese período. Salas con decoraciones sorprendentes e imposibles de obviar: el Salón de la Abundancia, de Venus, de Diana, de Marte o de Hércules y Mercurio. Mármoles, bronces y maderas nobles rivalizan en belleza en cada rincón. Las pinturas de los techos siguen las escuelas italianas de la época (1733-1736) y acaban de ser restauradas.

 
La Capilla Real fue consagrada a San Luis, el rey de las Cruzadas y santo patrono de la monarquía francesa. Se ubica en la misma planta que los apartamentos reales y allí escucharon misa diaria Luis XIV, Luis XV y Luis XVI. Los músicos de la capilla ocupaban sus lugares alrededor de inmenso órgano. Las damas de la corte se acomodaban en los balcones laterales. Los cortesanos asistían de pie, desde las columnatas. Los monarcas sólo descendían a la nave central para las grandes celebraciones y por lo común, accedían por un pasillo privado.


Es clara la influencia gótica en la construcción de la Capilla Real debido a su gran altura (más de 25 metros), sus vidrierías, las gárgolas y las pinturas del techo, que nos recuerdan a ciertas catedrales. El barroco también está presente en las columnas y barandas esculpidas.

 Continuamos con la visita por las Galerías del siglo XVII. La disposición de las mismas me pareció idéntica a la de los palacios de nuestro Patrimonio Nacional, es decir, pasillo continuo con vistas al jardín y gran profusión de cuadros y obras de arte, en esta ocasión divididos por temáticas: Familia Real, científicos, pintores, etc.

Este se encuentra en una sala dedicada a los predios de Versalles.
 Luis XIV de Francia (en francés Louis XIV) (Saint-Germain en Laye, Francia, 5 de septiembre de 1638 – Versalles, Francia, 1 de septiembre de 1715), fue rey de Francia y de Navarra desde el 14 de mayo de 1643 hasta su muerte, con casi 77 años de edad y 72 de reinado, co-príncipe de Andorra (1643-1715) y conde de Barcelona (1643-52) como Luis II.

Conocido como El Rey Sol (Le Roi Soleil) o Luis el Grande (Louis le Grand), fue el primogénito y sucesor de Luis XIII y de Ana de Austria (hija del rey Felipe III de España). Luis XIV incrementó el poder y la influencia francesa en Europa, combatiendo en tres grandes guerras: la Guerra de Holanda, la Guerra de los Nueve Años y la Guerra de Sucesión Española. Bajo su mandato, Francia no sólo consiguió el poder político y militar, sino también el dominio cultural con personajes como Molière, Racine, Boileau, La Fontaine, Lully, Rigaud, Le Brun y Le Nôtre. Estos logros culturales contribuyeron al prestigio de Francia, su pueblo, su lengua y su rey. Luis XIV, uno de los más destacados reyes de la historia francesa, consiguió crear un régimen absolutista y centralizado, hasta el punto que su reinado es considerado el prototipo de la monarquía absoluta en Europa. La frase «L'État, c'est moi» («El Estado soy yo») se le atribuye frecuentemente, aunque está considerada por los historiadores como una imprecisión histórica (si se hace caso de las fechas, Luis tendría cinco años cuando lo dijo), ya que es más probable que dicha frase fuera forjada por sus enemigos políticos para resaltar la visión estereotipada del absolutismo político que Luis representaba. En contraposición a esa cita apócrifa, Luis XIV dijo antes de morir: «Je m'en vais, mais l'État demeurera toujours» («Me marcho, pero el Estado siempre permanecerá»).

Pasamos ahora por una de las galerías interiores, flanqueada por estatuas y bustos de grands hommes de la historia francesa.


Al principio de su reinado, Luis XIV no encontraba ninguna mansión real que le complaciera plenamente. Vivía en París: en el Palacio Real, en el Louvre, en las Tullerías. Trató de quedarse en Vincennes y en Saint-Germain-en-Laye, y pasó una temporada en Fontainebleau. El rey comparaba las ventajas y los inconvenientes de estos palacios y, para paliar sus incomodidades, realizó importantes reformas pero en ninguno de ellos llegó a sentirse cómodo.
En 1651 el rey efectuó su primera visita a Versalles. Fue entonces cuando se produjo el "flechazo".


 Y entramos en los aposentos reales. Cámara de la reina.




 Cama del Rey Sol.

 La Galería de los Espejos, símbolo del poder del monarca absoluto, se levantó sobre la antigua terraza del palacio nuevo. La obra se concluyó en 1684. La decoración fue confiada al equipo de Charles Le Brun.


Más tarde el rey quiso construir en Versalles una de sus grandes galerías, muy de moda por entonces. Luis XIV apreciaba las largas galerías del Louvre y de Fontainebleau, por las que se podía pasar y comunicarse con los otros departamentos; se distinguían por sus valiosas decoraciones.



 El rey había hecho instalar la Galería de Apolo en el Louvre y en el palacio que había hecho edificar en Clagny para Madame de Montespan; la galería Mansart deslumbraría a todos los visitantes.

Es fácil imaginarse la Sala con los cortesanos bailando al son de la música barroca. Esta
galería era el paso cotidiano del Rey hacia la Capilla, otro de los lugares que más me gustaron, y además unía las habitaciones del Rey con las de la Reina. Una suntuosa estancia que se habilitaba para las grandes recepciones, las bodas de la familia y la presentación de embajadores, ocasiones para las que el trono se trasladaba aquí.

 
La Gran galería, limitada al norte por el salón de la "Guerra" y, al sur por el salón de la "Paz", tenía 73 m de largo, ocupando toda la fachada oeste del "Palacio Nuevo".

 
Para romper con este protocolo, Luis XIV instituyó los "Días para Departir" en los que, tres veces por semana, de las 19 a 22 horas, los cortesanos eran admitidos en el "Gran Departamento". En diferentes salones estaban repartidas las mesas con manjares, las mesas de juego y otros en los que se podía escuchar música o bailar. El rey se paseaba por ellos sin que los señores y las damas tuvieran que dejarlo todo para saludarle. Era éste un gran honor, envidiado y disputado por aquellos que no eran admitidos. Luis XIV se reservó, no obstante, unos pequeños departamentos para llevar una vida más íntima con sus allegados, como los compañeros de caza a los que invitaba regularmente a comer.

Vista de los jardines desde la habitación del rey.

Tenía muchas ganas de ver este cuadro, aunque es una copia, ya que el original se halla en el Louvre y lo vería al día siguiente.
La coronación de Napoleón (en francés Le Sacre de Napoléon) es una obra de Jacques-Louis David, pintor oficial de Napoleón Bonaparte realizada entre 1805 y 1808. El cuadro tiene unas impresionantes dimensiones de 629 x 979 cm y se conserva en el Museo del Louvre de París, Francia, pero también en Versalles. La coronación y la consagración tuvieron lugar en Notre Dame de París, una manera para Napoleón de poner de manifiesto que era un hijo de la Revolución: designaba la capital como el centro político, administrativo y cultural de Francia.
Un detalle importante a destacar, es que todos los personajes retratados en el cuadro, se encuentran mirando a la corona que esta apunto de ser puesta sobre la cabeza de Josefina, todos a excepción de la propia Josefina, Napoleón y el Papa Pió VII, el cual es representado en una posición laxa, y algo ausente de la ceremonia, pero con un gesto de bendición. Esta posición del Papa, se debe a una indicación del propio Napoleón.

Señalar un pequeño detalle entorno a la representación de Josefina, la cual cuando se celebro esta ceremonia, contaba ya con 40 años y en el cuadro David la representa extraordinariamente rejuvenecida.
Otra curiosidad del cuadro, la podemos ver en la parte central, por encima de Josefina, dónde se puede apreciar la figura de la madre de Napoleón (Maria Laetizia Ramolino), la cual no asistió al evento, aunque fue incluida en este por indicaciones del propio Napoleón.

  Galería de las Batallas. Aquí se representan las victorias de Napoleón y sus generales.