martes, 3 de junio de 2014

Exótico Marruecos (III)

Así que al día siguiente continuamos la visita. Hoy Chefchaouén, un lugar precioso y muy tranquilo.
Chefchaouen es pequeña ciudad encantadora de unos 40.000 habitantes que se encuentra a unos 100km de Ceuta en las faldas de los montes Tisouka (2050m) y Megou (1616 m) de la Cordillera del Rif, que se elevan por encima del pueblo como dos cuernos, dando así nombre a la ciudad (Chefchaouen en bereber significa: "mira los cuernos").


A unos 660 m. de altitud y con muy poco tránsito de coches, se respira un aire limpio y fresco que invita a quedarse unos días para descubrir la belleza del lugar y su entorno.


La Medina de Chefchaouen - o Chaouen o Xauen - es bastante tranquila y pequeña. Si nos adentramos en ella por algunas de sus 5 puertas y nos dejamos llevar por los sentidos, nos sentiremos inundados a veces por tantas sensaciones nuevas, como los olores a pan recién hecho del horno de leña o el tajine listo para comer.


La ciudad de Chefchaouen fue fundada en el año 1471 por Mulay Alí Ben Rachid. Situado en un enclave de difícil acceso dominaba la ruta mercantil entre Tetuán y Fez y servía como base para frenar la entrada y influencia de los portugueses de Ceuta.


La ciudad estaba cerrada a todos los extranjeros, especialmente a los cristianos, hasta prácticamente el comienzo de la ocupación española en el año 1920.


No obstante, a finales del siglo XIX llegan los primeros viajeros: el explorador francés Charles Foucauld, disfrazado de rabino, el periodista inglés Walter Harris de rifeño, y William Summers, misionero americano, que murió allí envenenado.


Durante los últimos años se ha hecho un esfuerzo grande para mejorar la oferta turística, con la reforma y rehabilitación de algunos sitios emblemáticos de la medina así como varios hoteles y restaurantes nuevos hechos con mucho amor y arte.


Plaza de Uta Hamman, centro neurálgico de la medina, dominado por la Alacazaba y la Mezquita Kebir del siglo XV; plaza de gran ambiente, donde podemos sentarnos a tomar un té o comer pinchitos. Junto a la plaza vale la pena ver el antiguo fondaq, y la plaza de Kenitra.

Las mujeres rifeñas visten una especie de camisa-vestido de seda o algodón y pantalones bombachos. Los pies suelen ir descalzos y en contraposición con el resto de las mujeres islámicas, no suelen taparse la cara.

Las mujeres no pueden elegir a sus maridos, los matrimonios, son negociados por el padre o el hermano de la muchacha y el novio. Cuando un rifeño habla de divorcio, se ésta refiriendo en realidad a repudio.

Y nos vamos despidiendo de este precioso pueblo, de lo mejor del recorrido, para continuar nuestro viaje. Nuestro guía empezó a vestirse a lo marroquí.

Según nos internábamos de nuevo, cambiaba el paisaje y los recursos agrícolas.


La siguiente visita, perdida en medio de la nada, fue Volúbilis.
A unos 400 metros sobre el nivel del mar y en un panorama que nos hace recordar la ondulada Andalucía de las cercanías de Sierra Morena, nos encontramos con una suerte de pequeña meseta de unos 70 metros de altura, sobre la que descansa su sueño de milenios Volúbilis, entre cuyas murallas podríamos contar 40 hectáreas.


El contorno es un desierto, no por falta de vegetación y arroyos, sino por la carencia de presencia humana. Si tan sólo a los campos mirásemos, no podríamos deducir que en pasados tiempos todo este páramo hubiese podido ser terreno cultivado y poblado, coronado por la ciudad y su acrópolis, pletórica de belleza y de fuerza.


Entramos por la puerta Sur-Este de la muralla de tiempos de Marco Aurelio, parcialmente destruida, y pasado el kiosco de los porteros, se nos coloca un anciano por delante ofreciéndose silenciosamente como guía. Pero ya teníamos guía local contratado por la agencia y a él nos encomendamos.

Lo primero que vemos es una excelente serie de capiteles de diferentes épocas, donde el arte provincial romano de los siglos I, II y III se mezclan con el decadente de la Alta Edad Media.

Característica común es algún detalle de inspiración púnica que sobrevive, de los oscuros orígenes de la ciudad.


Citada por viajeros del siglo XVIII y XIX, Volúbilis es "redescubierta" y estudiada arqueológicamente al principio de la Guerra del 14, cuando las potencias europeas internan los prisioneros enemigos de sus colonias en lugares alejados.

En 1915 comienzan las excavaciones sistemáticas y demuestran que fue ciudad-factoría, conectada con las de la costa desde el IV o III siglo a.C. Al derrumbarse el mundo Púnico queda relativamente aislada y Juba II, contemporáneo de Augusto, la tiene por asiento de su reinado mauritano, mezclando características helenistas, púnicas y romanas.

Las Aguilas del Imperio van a ocupar oficialmente la ciudad y hacerla avanzadilla de su influencia en Africa Nor-central en el año 44.

Con la mejora de la red de puertos y faros sobre la costa Atlántica y el trazado de sus perfectas carreteras, los romanos toman Volúbilis como centro neurálgico local, y a las fábricas de aceite y a los molinos de harina se suman templos, palacios, termas y un arco de triunfo dedicado a Caracalla.


Al visitar los emplazamientos de las antiguas prensas de aceitunas y ver sus dispositivos, pudimos deducir la importancia de las mismas e imaginar esos, hoy solitarios campos, otrora cultivados tal vez con tanta intensidad como los actuales españoles, con sus interminables líneas de olivares.


Sobrecoge el constatar una vez más la fuerza del espíritu humano y la potencia civilizadora de los romanos, pues hace casi 2000 años éstos supieron mantener allí un nivel de vida, una productividad y actividad que contrastan con los yermos campos actuales y con la apacible resignación de sus pobladores.


Un mercado grandioso con arcadas de bellas columnas. Un Capitolio imponente y una Basílica. Numerosos estanques sagrados donde figuras marinas en los mosaicos están dedicadas al culto de Afrodita; otros a Orfeo y Hércules; altares y bancos primorosamente labrados en mármoles níveos nos dan una idea de una ciudad soleada, aireada, sana, habitada por gentes cultas y ricas.

El confort romano había sido llevado al corazón del actual Marruecos. Piscinas maravillosas con escalinatas que descienden a ellas de manera que se podía mojarse los pies o sumergirse totalmente; termas de vapor; patios pavimentados con bellos mosaicos polícromos sobre los que parecían marchar animales de bronce una extraña suerte de ducha con asientos puestos a manera de dientes de engranaje permitían refrescarse con el agua a la cintura mientras desde el centro llovía el líquido elemento proyectado a gran altura, preservando, con la especial disposición de los asientos la intimidad de los bañistas a la vez que podían conversar apoyando los brazos extendidos sobre las frescas piedras.
 
Sobrepasado el Palacio de Gordiano, a la vista de la llamada Puerta de Tánger, regresamos a la caída de la tarde. Nuestro paciente guía nos da algunas indicaciones con el mejor humor; me murmura al oído que ciertas ruinas corresponden a una "Casa del amor" y luego muestra a todos con el mayor desparpajo una enorme talla fálica, con sencilla inocencia. Espera que fotografiemos capiteles y sonríe cuando buscamos el momentáneo refugio de alguna sombra proyectada por las columnas. No nos cobra nada; simplemente lo que quisiésemos darle.

Y partimos hacia Fez....
 La distancia hasta Fez es larga y el paisaje muy variado.



No aconsejo viajar a un país árabe en el mes del Ramadán. Cuando fuimos  a Egipto estábamos en Ramadán, pero las distancias eran cortas y no hubo problema.


En Marruecos, los viajes por el interior son muy largos y pesados, y si somos de necesidades básicas como yo, es una tortura, ya que nos les afecta el hecho de tener que parar para el WC, matar el hambre o la sed, un cigarro....nada. Pueden pasarse horas al volante sin parar.

FEZ.
La ciudad imperial más antigua de Marruecos está protegida por murallas de puertas monumentales, como Bab Ftouh o Bab Boujloud, decoradas con loza azul y verde.

El nuevo Fez acoge un gran tesoro: el Palacio Real, la residencia oficial de Mohamed VI cuando visita la ciudad.

Dar el - Makhzen en Place des Alaouites, es un complejo cerrado al público que contiene palacios, medersas, mezquitas y jardines en un terreno de 200 acres.

Fue construido en el siglo XIII junto a Fez el-Jedid ( la Nueva),cerca de Fez el - Bali, la medina original.

Las puertas están hechas en madera y recubiertas de bronce labrado.

Hay ciudades de Marruecos en dónde la historia ayuda a enfriar el termómetro. Un buen ejemplo de ello son las cuatro 'ciudades imperiales': Marrakech, Meknés, Rabat y Fez. Pero para los marroquíes, Fez es la más imperial de las cuatro. Lo es, ciertamente, porque fue el centro espiritual y cultural de Marruecos, pero también porque ha sido tres veces capital del reino, de lo que pocas pueden presumir. Un lugar auténtico, con vida cotidiana de verdad y menos turistas que parecen haber descubierto el 'limbo marroquí'.
 
Tal vez la imagen que todos se llevan de vuelta a casa es la del atardecer, cuando el sol cubre los tejados y cúpulas de Fez bajo una luz ocre, rojiza, que se aprecia desde los miradores de la ciudad. Tarde de terraza, alfombra y té... Incluso, alguna cervecita, aunque sea sin alcohol.

Abajo se distingue, tras las murallas, el laberinto de calles, de zocos, de cúpulas, de minaretes y patios, que en esta ciudad intelectual y artesana, refinada y sensual, se esconde. Tras los anónimos muros de adobe, también encontramos palacios, mansiones, mezquitas y jardines. Perderse no es un peligro. Es más una obligación: Disfrutar del callejón, de la señal de tráfico que prohíbe a los burros entrar en la parte vieja... Bullicio, olores y texturas que sólo podemos encontrar en el corazón de Marruecos.

Para adentrarse en Fez lo mejor es contemplarla primero desde lo alto, desde el Hotel des Merinides, en El Kolla, situado en la ciudad nueva. Desde allí se contempla, justo en frente, el Bordj Sud, un museo de armamento instalado en un bastión de origen almohade, y, más allá, el panorama de la vieja medina de Fez el Bali, el corazón de la ciudad medieval.

Fez es ciudad de compras y mercadeo, y nuestro guía no iba a ser menos que el resto de los guías del mundo. La primera visita fue a una fábrica de cerámica.
Siguiendo el proceso, aquí vemos la mezcla de los componentes de la materia prima. La cerámica en Fez es, también, un oficio muy ligado a su historia. Hace años que sus hornos, alimentados con los restos de aceituna de las almazaras, fueron sacados de la medina por la polución que generaban.

 Una vez que la mezcla está terminada pasa a las manos de los artesanos, en este caso padre e hijo.

Luego, las piezas entran el el horno.

Y luego pasan a las manos del decorador, que en la mayoría de las piezas utilizará el azul cobalto o "Azul de Fez".

De allí nos llevaron, en la misma fábrica, a ver cómo se fabrican las piezas de mosaico. Aquí se tallan las teselas.

Y aquí algunas muestras del resultado final.

La verdad es que la parte de las compras es la que menos me interesa de un viaje...

La madraza constituye un elemento destacado en el arte meriní. Aparece por primera vez en Fez en 1271 y empieza a difundirse por el espacio meriní como institución capital de enseñanza a partir de la tercera década del siglo XIV.

 El patio central, rectangular o cuadrado, es el elemento en torno al cual se organizan las celdas de los estudiantes y el oratorio, que muy a menudo hace las veces de aula.

Un elemento acuático, generalmente una pila, adorna el patio; sólo la madraza al-Sahrij de Fez contiene un gran estanque, al cual debe, por cierto, su nombre.

La decoración de las fachadas que dan al patio es un testimonio de la búsqueda estética de los artistas meriníes. La decoración, armoniosa y equilibrada, es más bien de naturaleza cubriente y alterna materiales y registros varios: revestimientos de zallij (mosaicos de azulejos), marquetería de baldosas de cerámica, frisos epigráficos y paneles de composición floral en estuco esculpido.

La madera, trabajada con una gran maestría técnica y gran virtuosidad en materia de ornamentación, constituye el registro superior en la fachada. El efecto cromático de esta asociación garantiza un resultado estético de calidad.

Actualmente sirve como casa de acogida a extranjeros musulmanes y gente pobre, según nos explicó el guía.


Y seguimos nuestro paseo por la Medina de Fez. Esta zona es el barrio de los tejedores

Muchos compañeros de viajes compraron hilos de colores, ya que al parecer, estaban muchísimo más baratos que en España.

Esto es una pequeña escuela para Educación Infantil y Primer Ciclo de Primaria. Eso sí todos juntos.

Otro rincón de la Medina.

En esta zona había muchas delicias para los golosos.

Las Tenerias de Fez.
La jornada con más "aroma" de todo el viaje. Estamos en un sitio en el que huele realmente mal. No hay que olvidar que al fin y al cabo lo que hay ahí es carne en descomposición; además de algunos de los materiales que se usarán para tratar las pieles.

Es por eso que al sufrido turista le ofrecen un ramillete de hierbabuena para que se lo ponga en los morros y no se queje. Ni que decir tiene que la gente que curra ahí todo el día no necesita hierbabuena ni nada parecido.

El lugar es un sitio inmenso, lleno de recovecos, en la que se efectúan todas las fases del curtido de pieles de cordero y camello. El zoco está plagado de fosas pequeñas donde las pieles se sumergen en distintos líquidos: cal viva, excrementos de paloma, harina, índigo,… y unas terrazas donde secan las pieles.

A la piel hay que quitarle los restos de pelo y carne, para lo que se usa la cal viva. Luego hay que suavizarla y quitarle los restos de cal; aquí es donde entra la “caca de paloma” como decía el guía. Después se mantienen durante días sumergidas en aceites y líquidos para pulirlas y darles elasticidad.

Luego se tiñen, sumergiéndolas en fosas con tintes naturales: harina, índigo, cochinilla, azafrán,… Y finalmente se secan en las terrazas.

Fez se revela al viajero como una ciudad para oler, probar y tocar. Jean Baptiste de Grenouille, el personaje literario carente de toda sensación física a excepción del olfato creado por Patrick Süskind en "El perfume", tendría aquí su edén particular.

La vista de las tenerías se hacía desde la terraza de una tienda, convenientemente localizada para posteriormente poder comprar.

Muestra de la rica arquitectura de Fez.

La entrada de mujeres de una mezquita.


Y hacemos un alto para una deliciosa comida en el Palacio de Fez, de la que destaco este maravilloso cuscús.

Volviendo al autobús pasamos por varias escuelas coránicas y mezquitas.

Fuentes que inevitablemente nos hacen recordar Granada.

Talleres de artesanos, como éste que fabrica carrozas para boda.

Volvimos al hotel, pero como quedaba tiempo aún para cenar dimos un paseo por los alrededores del hotel y por supuesto por el Palacio Real, que a esta hora tiene una luz muy especial.



Desgraciadamente dos compañeras de viaje decidieron hacer lo mismo, pero ellas solas. Justo en este punto un rato antes de que llegáramos nosotros, fueron víctimas de un robo con tirón. Les robaron absolutamente todo lo que llevaban: todo su dinero, documentación, cámaras de fotos y vídeo...y encima fueron arrastradas por el suelo. Aquí empezaría un calvario para ellas, ya que desde ese momento eran consideradas ilegales por el Gobierno. Siguieron con nosotros con un permiso especial hasta volver por Casablanca. La verdad que el resto del viaje se lo pasaron visitando comisarías y departamentos gubernamentales.

1 comentario:

  1. ese azul de las casas de Chefchaouén és absolutamente "DIVINO"

    pena el robo... suele pasar y en qualquier parte..

    ResponderEliminar